Respuesta a la respuesta
Por Agustín Montenegro
Quiero decir que la nota de Hernán Brignardello en el blog de Las lecturas me gusta mil veces más que
todos los "Me gusta" del mundo. Los "Me gusta" son lindos,
dan la pauta de que a la gente, a priori, le gustan las cosas que escribimos.
Los comentarios son mejores, porque pueden conllevar una lectura. Pero que
generen escritura y polémica es, ante todo, un logro. Ahora sí, respondo:
-En primer lugar, como especifiqué, la novela de Guinot puede tener
relación con varios géneros y lenguajes literarios. La generación espontánea,
por suerte, es algo de lo que yo no hablé, ya que nunca pondría en tela de
juicio la capacidad o el amor que un escritor tiene por la lectura.
-Creo que el problema de La guerra
del gallo, entonces, no está en si se remite a producciones previas, sino
más bien en los modos en que se remite a dichas producciones, y en los modos en
que la obra me acerca o plantea ese diálogo.
Para citar un ejemplo completamente opuesto tenemos la obra de Piglia, Respiración artificial, alabada hasta el
hartazgo y tan aburrida y terrible como chupar un clavo durante una década de
hambruna. Por demás elitista, academicista, repleta de relaciones que por
abundantes y esnobs caen en lo obvio o en lo francamente inútil para el lector
de novelas. Acá voy a lo que menciona Brignardello sobre el entretenimiento,
algo con lo que, con matices (como mencionaré más adelante), acuerdo. La novela
de Piglia podría haber sido un ensayo académico (no debo ser, ni por asomo, el
primero en decirlo), y le hubiese ahorrado a un montón de lectores el suplicio,
cruel, de leerla todo el tiempo con la idea ilusa de que es una novela. En la
novela de Piglia, las relaciones, filiaciones, rupturas, hipótesis, están ahí,
son constructivas, pero en la novela se vuelven puro esnobismo.
-No acuerdo con la opinión de Brignardello que establece que un discurso
que sea puro contenido no puede existir. Siempre va a ser una metáfora
tendiente a lo provocativo, ya que las cosas sin forma no existen: sin embargo,
el arte es forma, y nuestro trabajo como escritores y críticos siempre debe
estar en la forma que el artista le da a ese contenido. El decir puro contenido
implica un juicio extremo sobre la forma de La
guerra del gallo. Creo que los juicios extremos son mejores que los juicios
a medias, y que cualquier literatura que sugiera en el crítico juicios tibios o
fáciles es más inútil que las que generan adiciones fervorosas u odios
recalcitrantes.
-No dije que era un "defecto" no insertarse en una tradición. Sí
creo haber dicho que una literatura útil le habla al mundo, a la literatura que
viene antes, y aún más importante, a la que viene después. Si le habla en
términos bondadosos a la literatura que la precede, o si la fusila en el
paredón, es otro tema. Un defecto conlleva algo así como un error, creo que hay
que erradicar esos términos, en la medida en que siempre apuntan a un
"ideal" (defecto, falencia, fallido, error) camino al cual una obra tropezaría.
Con respecto a esto, creo que fui materialmente justo, que no hablé ni de
defectos, ni de un estar "mal" o "bien" de la escritura o
la novela, y creo que en el texto trabajé con lo que se presenta.
-El insertarse - como sinónimo de unirse, como quien se une a las filas
de un ejército - implica también su contraparte: negar, desarmar, destruir, es
decir, elegir una vereda o ejército opuesto. Hay una o varias terceras
opciones, las cuales, depende de quién las interprete, las verá por fuera, o entre
las dos primeras. La filiación, la negación, o la problematización de las
tradiciones no determinan el valor,
pero como gesto formal, tampoco se circunscriben a ofrecer un marco
interpretativo. Las marcas de la literatura pasada son textuales, siempre, y no
sólo un simple marco para "agregar" valor a las obras. Creo que la crítica
de Brignardello se centra demasiado en la inclusión en una tradición, y no
tanto en la posibilidad, mucho más divertida e interesante, de voltearla. Creo,
a la vez, que depende mucho de la obra que se lea qué opción de las dos
anteriores se presenta con más fuerza al crítico, por ende, no me extrañaría
que tanto la reseña como la crítica de Brignardello se enfoquen en la
pertenencia, y no en la
ruptura. Debe haber algo en el texto de Guinot, supongo, que
a ambos nos lleva hacia allá, y que no nos sugiere la ruptura como primera
opción.
-No acuerdo con la noción de que una obra tiene virtudes intrínsecas que
sean distintas de lo que puede estar por fuera, como tampoco acuerdo con el
término "encasillar". La pertenencia a un género o tradición no es un
"encasillamiento" que viene por fuera, sino una elección estética en
la que uno decide moverse. Si yo ahora digo: "voy a escribir un western",
y luego escribo, acá mismo "Un vaquero entra a un bar, y la puerta vaivén
ni dejó de moverse, que el otro ya se moría." jamás será un western, por
más que yo quiera. Puede gustar, o no, pero no es un western. Luego, la
filiación, negación, y/o pretensión, pueden ser analizadas y desglosadas al
máximo.
-Creo que un diálogo con géneros y estilos se basa en los fundamentos, y
no en la referencia.
Creo que los verbos son claros acá: referir o mencionar,
citar o evocar, no son lo mismo que inscribirse, problematizar, desarmar,
destruir, criticar. Incluso sospecho que una narración puede disolverse en
citas o evocaciones, o ser casi inexistente como novela, a la manera de la "novela"
de Piglia: incluso nos podemos preguntar en qué medida disolverse o no existir
se diferencian.
-Para responder puntualmente a la nota al pie de Brignardello, digo: esa
búsqueda sí tiene valor, es muy peligroso considerar que no tiene valor. Como
ya dije, creo que consideró uno de los dos caminos que postulé en mi reseña, y
decidió no comentar sobre el que creo que es mucho más importante: el de la
negación sistemática, la destrucción, o la lucha de poder que se puede generar
con/contra otra tradición. Es decir, por poner otro ejemplo, la literatura de
Saer. El tipo construyó una literatura tan potente, tan íntima, novedosa e
intrincada, y cuya complejidad no niega la inclusión, que me hace olvidarme de
Borges: y eso que no lo niega, sino que le va por la tangente, qué digo, creo
que le enseña. Lo expreso coloquialmente para que se entienda de forma
categórica lo que considero que es pasarle por encima a una tradición con una
obra literaria.
-Para cerrar mi respuesta en torno al problema de la tradición, cito una
entrevista al mismo Saer, y destaco: uno
crea su propia tradición, y esa tradición crea obligaciones.
"Uno no
puede escribir novelas y cuentos en América Latina como si Arlt, Onetti, Rulfo,
Guimaraes Rosa, Felisberto Hernández y Borges no hubiesen existido. Y también
podemos transponer eso a otros escritores que no son latinoamericanos, como
Cervantes, Joyce, Beckett o Faulkner. Uno crea su propia tradición. Yo no
pretendo que sea la única, pero si uno construye una tradición, esa tradición
crea obligaciones y esas obligaciones deben respetarse. A Godard le dijeron en
una entrevista que Spielberg siempre se refería a él como a un gran maestro, y
Godard se reía. Cuando se lo repitieron dos o tres veces, terminó por decir:
"Bueno, que me mande un cheque". Hay también escritores que exaltan a
otros escritores como sus maestros, pero que no reflejan en sus obras esa
admiración. Admirar supone ciertas obligaciones. Para poder admirar a un escritor
hay que merecerlo. No decir que se admira a Shakespeare y escribir como Paulo
Coelho. Justamente Coelho dijo en Buenos Aires que para él los dos escritores
más importantes de América Latina eran Jorge Amado y Jorge Luis Borges. Yo
opino que alguno de los dos tendría que protestar."
(entrevista completa http://www.literatura.org/Saer/jsR1.html)
En torno a la utilidad, quiero responder a algunas cosas de forma
puntual:
-En principio, la utilidad desde mi punto de vista no está determinada
por su capacidad de diálogo con la tradición. Cito: "Si vemos la novela de
Guinot como aquel prisma, la conclusión, luego de observar mundos y literaturas
a través de su óptica, es que incluso más allá del gusto, cualquier obra puede
ser, cuanto menos, útil." En
todo caso, es útil a pesar de su falta de diálogo. La metáfora del cine en
continuado inútil refiere a que, de proliferar la literatura contenidista, su
utilidad se disolverá, justamente, porque me sirve únicamente para pensar en
contraste-con.
-Segundo, no es necesario reconstruir ese diálogo en su totalidad. Pueden
suceder dos cosas: que los saberes del lector, como dijo Brignardello, reconozcan
la intertextualidad (y puede ser que incluso salte del texto directo al pecho)
o que la pericia del escritor sea tal que la referencia, cita, o inclusión, se
vuelva texto: se haga reescritura. Aparte del duro ejemplo de Piglia (me
disgusta, con una especie de odio sincero, y sin embargo no puedo no hablar de
su "novela") también está el ejemplo de Bolivia construcciones, de Di Nucci, cuyo famoso pasaje los jueces
no reconocieron (o decidieron no reconocer) como parte de la novela Nada, de Laforet. Eran, creo, treinta y tres
páginas. Y no eran pichis como yo, perdón: Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez,
Griselda Gambaro, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece. Y se abrió el debate: ¿era
intertextualidad? ¿Era robo? ¿Si es robo, es legítimo? Para colmo, el autor
había donado el dinero a la Sociedad Deportiva
Altiplano. Hay que tener la vista firme y una fuerte
confianza en la distinción teórico-práctica entre intertextualidad y plagio para
que un desacuerdo sobre crítica literaria defina el destino de sesenta lucas
para una sociedad deportiva de la comunidad boliviana. Hasta tal punto estamos
hablando de procedimientos, filiaciones, tradiciones, reescrituras, u
operaciones literarias de escritura e intertextualidad. Por eso, además, es que
es tan esta búsqueda jamás debe dejar de ser importante.
-Tercero, creo que el contexto político, social y literario puede
referirse al contexto de lectura y por otro al contexto de producción. En este
caso, no son muy distintos, la novela es actual. En este sentido, La guerra del gallo no dialoga con su
contexto, no se deja imbricar por él: siempre hablando en términos formales,
jamás de contenido, el punto no está en el qué -si habla de un ex no veterano
de Malvinas - sino en el cómo -qué me muestra de él-.
-Cuarto, ya lo aclaré arriba, pero creo que Brignardello me atribuye una
causalidad que yo no establecí: la de "Suponer que un texto literario es
útil, además, sólo en tanto establece relaciones con las obras que lo
preceden". El "sólo en tanto" es una apreciación ajena que me
hace pensar que no se está respondiendo sólo a mi reseña, sino a un conjunto de
opiniones y críticas que forman parte de un acervo cultural al que yo también
respondería con calentura. Creo que los textos dialogan en tanto
problematización, respuesta, inclusión, destrucción, glosa, negación, hacia
atrás, y hacia adelante, y que el
diálogo no es determinante de forma lineal y absoluta, pero sí de forma
significativa e ineludible.
-Quinto: que la literatura remita a la literatura no quiere decir que sea
un círculo cerrado que no incluya el mundo entero. Es más: reivindico una
literatura que contenga el mundo, y si hay más que el mundo, que también lo
contenga, lo mancille, lo invierta, y lo desarme. Juan Millonschik, en su
reseña publicada en este espacio, habló de la relación de filiación entre Glaxo y Operación Masacre. ¿Hay una literatura menos restringida y más
"política" -adjetivación horrenda que permite avanzar más rápido,
todo es político- que la de
Walsh? Y sin embargo, ahí hay una tradición.
-No hablé en ningún momento de que
La guerra del gallo no pueda divertir. Aunque también desacuerdo acá: el
arte útil para el entretenimiento puede ser más estético y formalmente avanzado
que lo que se pretende elevado en términos de calidad artística, o dicho de
forma bruta, que el arte que pretende "elevar el espíritu" o el
intelecto, etc. La oposición no es lineal, tal como hoy en día no hay
diferencia entre lo alto y lo bajo. En el cine esto es muchísimo más fácil:
Hitchcock. Cine puro de entretenimiento, teoría y práctica de la trama, el suspense, la reacción del espectador, de
los presupuestos que maneja, y procedimientos formales a veces casi
vanguardistas (incluye colaboración con Dalí en Spellbound). ¿Quién entendió a Hitchock como formalista? Los
críticos de Cahiers du Cinéma. Godard, Truffaut, Chabrol. En literatura, mi
ejemplo personal está en Soriano. Soriano para mí es útil, me divierte, no paro
de leerlo, de encontrarle cosas, problemas, áreas de pensamiento formales y estéticas,
a pesar de que me digan que es costumbrista o ignorante. Prefiero a Soriano
antes que a muchos autores cuya supuesta calidad es reputada, o que leyeron a
Joyce de pe a pa y lo comentan hasta en el desayuno, como sucede con Piglia. Y
para mí, esa preferencia implica que Soriano tenga más calidad literaria que
Piglia. Porque piensa en la literatura, y no sólo en la institución.
Finalmente, creo que Brignardello me brinda una respuesta en el final de
su texto, con una frase con la que en principio acuerdo. Cito:
La literatura no va a desaparecer
mientras haya escritores que sigan escribiendo, porque la única forma de
hacerlo es reflexionando sobre la propia tarea de la escritura, sobre el mundo
que nos rodea y sobre todo lo que leímos y seguimos leyendo.