Los refugios
Edgardo Scott
Colección Solo Cuentos
EDULP
121 pág.
Mariana Cinat
En la igualdad la diferencia y en la diferencia identidad
De cuentos.
Basta con leer algún fragmento al azar para percibir el vaivén rítmico y sugestivo
en su escritura.
Pero la estética intrínseca de Los refugios no es privativa:
universos repletos de significados y sentidos inundan sus páginas. La
literatura es una práctica artística inevitablemente ideológica. No demanda
novedad, sino utilidad: el escritor necesariamente opera el texto haciendo de
las historias artilugios; concibiendo la literatura como la pieza indispensable
para hacer. La literatura útil no sólo dice, la literatura útil hace. Hace
desde el momento en que franquea la mera reproducción y produce infinitas
realidades.
Como cajas chinas, la literatura existe porque dialoga con la
tradición, pero también porque incluye su presente, su hoy como categoría
deliberada e inherente al texto. Scott no lo ignora; al contrario, escribe desde
y para el ahora. No es tarea fácil problematizar la realidad que se nos impone
día a día. Hay momentos en que las piernas pesan, hay otros en que la vida
también. El autor focaliza esos instantes de desazón en los que creamos
guaridas, refugios destinados a esquivar esas profundas angustias
subterráneas. Cada cuento domina una suerte de exotismo, una singularidad para
evadir lo que escarmienta a todos los hombres desde todos los tiempos: el peso
de la existencia.
Los refugios será útil en tanto conceda un espacio de cohesión
entre autor-receptor. Sólo en la medida en que el receptor lea y se con-funda
en las historias, Edgardo Scott habrá producido nuevas realidades. Es tarea del
lector reescribirlas, colaborar con el proceso escritural del autor y desafiar
los arbitrarios límites que nos impone el mundo. Porque leer literatura
contemporánea es arriesgarse. Compartir el contexto social, cultural y político
del libro, exige una valoración del contenido con respecto a su entorno
sumamente ardua y espinosa. Sin embargo, no todos los lectores lograrán
activar-se y activar los cuentos, cada uno se descubrirá creador sólo de
algunos.
Los refugios exhibe lo colectivo para ahondar en los rincones
subjetivos e internos de cada uno. No escatima público, hay lugar para todos:
para los que viven del recuerdo, para los amantes, para los prisioneros de la
rutina productivamente improductiva, para los adictos, para los asesinos, para
los nadadores, para los soñadores, para los ociosos, para los escritores, para
los amigos, para los vampiros. Sin embargo, es posible que más de uno capte una
tensión en las historias que no cesa, un halo de angustia estática, constante,
que no desaparece. Es que cada cuento es un refugio, cada cuento está para
alguien. Un cuento y su refugio, su refugio-cuento. Scott induce así al lector
a reflexionar sobre su condición de sujeto: en la igualdad está la diferencia.
Y en la diferencia la identidad.
Sí, cuando pesan las piernas, cuando pesa la vida todos nos amparamos en
un refugio. Los refugios entonces será un texto útil en la medida en que
consiga cerrar el círculo[1]. En la
medida en que cada lector se encuentre por lo menos en una historia, la reviva
y dinamice; la active y así, subvertida, transformada, deje de ser una
historia, para ser todas las historias.
[1]“(…) Una
explicación de tu parte cerraría el círculo” Ausencia en gotas de
crítica común. Emiliano Bustos, Libros de la talita dorada, City Bell, 2011
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